“Allí estaban los dos, tristes y abatidos, como náufragos arrojados por el temporal a una costa desolada. Raskolnikof miraba a Sonia y comprendía lo mucho que lo amaba. Pero -cosa extraña- esta gran ternura produjo de pronto al joven una impresión penosa y amarga. Una sensación extraña y horrible. Había ido a aquella casa diciéndose que Sonia era su único refugio y su única esperanza. Había ido con el propósito de depositar en ella una parte de su terrible carga, y ahora que Sonia le había entregado su corazón se sentía infinitamente más desgraciado que antes.”
Fiódor Dostoyevski “Crimen y castigo”
No comprendo esto que ocurre,
este círculo perfecto,
pero se quien es
ese muerto bellísimo que habita los muebles y los días,
conozco su gesto y sus razones.
Estoy aquí.
La certeza de que existo
son estas manos que nunca edificaran tu casa.
La certeza de que existo
son estas manos que nunca edificaran tu casa.
estas manos que nunca edificarán tu casa.Bellísimos.
ResponderEliminarufff
ResponderEliminarlas casas...
la capacidad de edificarnos...
tremendo.
qué bueno haber encontrado este lugar, para leer.
besos
lila.