NOTA AL MARGEN


“Allí estaban los dos, tristes y abatidos, como náufragos arrojados por el temporal a una costa desolada. Raskolnikof miraba a Sonia y comprendía lo mucho que lo amaba. Pero -cosa extraña- esta gran ternura produjo de pronto al joven una impresión penosa y amarga. Una sensación extraña y horrible. Había ido a aquella casa diciéndose que Sonia era su único refugio y su única esperanza. Había ido con el propósito de depositar en ella una parte de su terrible carga, y ahora que Sonia le había entregado su corazón se sentía infinitamente más desgraciado que antes.”

Fiódor Dostoyevski “Crimen y castigo”

 
 
No comprendo esto que ocurre,
este círculo perfecto,
 
pero se quien es
ese muerto bellísimo que habita los muebles y los días,
conozco su gesto y sus razones.

 Estoy aquí.

La certeza de que existo
son estas manos que nunca edificaran tu casa.

2 comentarios:

  1. estas manos que nunca edificarán tu casa.Bellísimos.

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  2. ufff
    las casas...
    la capacidad de edificarnos...
    tremendo.
    qué bueno haber encontrado este lugar, para leer.

    besos

    lila.

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