TABULA RASA


                                                                                          
Quedarnos quietos
no va a salvarnos
de nosotros.

VERÓNICA GIL


Quítame la boca o el incendio,
la punta dolorosa de los vértices,
la yema de los dedos. Quítame
tres cuartas partes de mi agua,
la marca de café sobre la mesa.
Los años pasados y los alimentos,
las sábanas, la radio, las cortinas.
La cesta de la fruta, los cuadernos. Quítame
los pies de equilibrista, las raíces.
Las uñas y la fe,
la sal,
las bridas.
Quítame las ambiciones.

Quítame este afán
de querer estar siempre
siempre
siempre
en otra parte.
                                   

CERO




Podrías llamarte Teresa o Ana y ser capaz de imitar el zumbido de las abejas mientras resistes la perpendicularidad del sol de agosto. Construir un mundo uniforme con palillos y billetes de avión, dedicando hora tras hora a esperar la oscuridad mientras los bolsillos quizá brillen trayendo propuestas y alfabetos.

Si te llamo Begoña o Mariluz los días se suceden ordenadamente y yo quiero darte un poco de mi miedo, compartirlo como el alimento último. Quiero sucumbir bajo tus zapatos en un intento desesperado.

Podrías llamarte Isabel, Luisa, Marta y hablarme, tras la siega constante, con tu media sonrisa. Recordarme que ha llovido todo el día, que de todo lo que ocurre sólo importa lo que importa, que te gustan las manzanas rojas y limpias, que cuando digo viernes te hago pensar en una luna muy fina, y que ya es ahora.

Si te llamo Ángela serás para siempre una pajarita de papel charol.


LA FELICIDAD DE LAS MÁQUINAS




   Todo es mentira. Soy mentira yo mismo, que me yergo a caballo en un naipe de broma (…)
                                                                                                                V. ALEIXANDRE


Declararse límite y esperar que el aire no sea duro.

Preguntarse
cuánto de luz hay en nuestra imagen si me asomo al azul y sus picos, si la delicia es la tierra seca y su nombre escrito.

Hay gestos que acercan a mi boca la crin de los caballos, que son peces o el recuerdo indefinido de una estela blanca. Que a veces significan la belleza del pan, de las señales de tráfico, lo adecuado de enseñar a los niños el proceso que resuelve una raíz cuadrada. Pero.

Sé que hablo sólo para mí
por eso digo
que vamos a quedarnos solos,
dueños, sin embargo, de la perfección quieta de los mapas.


AUTODESTRUCCIÓN BREVE (II)




Insistir en la forma
y en el fondo
a la espera de que alguien
algún día
en algún momento
me pregunte si esto
era todo.

CAFÉ CON ANNE (CAUSAS Y EFECTOS)



Para ti, por la ligereza.


Habitar ciudades donde es de noche algunas veces y los pájaros no se mueren.

El maíz que germina en la boca y le quita la negrura.

Los pasos sobre el pavimento sintiendo la tierra que te atraviesa y te llama.

Una luz muy pequeña entre los árboles, aunque no haya llovido en toda la noche.

Descubrir claridad bajo la puerta y pensar en una calle de Brooklyn donde nunca has estado.

Hambre.

Todos los sinónimos de azul que aparecen en Moby Dick.

Una fotografía preciosa, en la que se ve el mar, pero que contiene muchísimos errores.

Definir algo por lo que no es: decir campana en lugar de corazón.

También
un cansancio circular en el que hay animales conocidos muy quietos
y hombres que jamás necesitaron huir.