y es de noche otra vez
a ojos de los caballos y de los insectos.
Yo espero que comprendas la ternura ocasional de las bestias,
la forma en que calman su sed en los arroyos,
y te explico despacio que la carne es materia
y en los dedos
el sexo es un racimo de uvas verdes,
pero -siempre pero-
te dejo la opción única
de ignorar mi cuerpo en el momento exacto en que es violín.
Puedes suponerme,
mientras yo imagino como crecen las palmeras al sur de Europa.