ERGO


I.

Hay un ruido de camión de la basura
habitando mi antebrazo.
Un idioma preñado de letras minúsculas.

Por eso me nombro extranjero
y me acojo a la ira de las venas
y me cuento entre otros
y me niego tres veces.

II.

Sólo resta
amar como un felino
o tal vez
ser carnívoro como un amante.

Ya no quedan viceversas.